El
veganismo implica la exclusión, dentro del marco de la dieta
alimenticia, de productos de origen animal. Se ha extendido como la
pólvora estos últimos años, ya sea por razones ético-morales o
por conciencia ambiental.
La
mayoría de las personas veganas , optan por esta dieta empujados por motivos morales.
Las grandes multinacionales que trabajan en el ámbito de la
alimentación, explotan el recurso de la ganadería hasta unos
límites inhumanos. Malcrían animales en jaulas que a duras penas
superan el volumen total del animal que albergan, hasta que los matan
para vender su carne u otros productos. Los objetivos de estas
empresas son únicamente lucrativos, por lo que les trae sin cuidado
el estado de esos
seres vivos,
e incluso del producto final. A
pesar de todo esto, no
creo que la solución al problema sea el veganismo.
Todos
sabemos, que el ser humano está en el eslabón más alto de la
cadena trófica y fisiológicamente diseñado para una dieta
omnívora, esto es, los órganos que nos componen están diseñados
para digerir productos vegetales y cárnicos. Los veganos intentan
sustituir
productos de
este último tipo
y sus aportes alimenticios con especies vegetales como el tofu, algas
marinas y todo tipo de cereales y semillas. Frente
a este tipo de actitudes, Claudio
Bertonatti, uno de los naturalistas más reconocidos en Argentina,
explica
como el veganismo también produce la
muerte
de animales. Explica que una dieta vegetariana o vegana exige la
práctica de cultivos (en general, de enormes superficies). Para
desarrollar extensivamente
un
cultivo hay que modificar,
en muchas ocasiones, el hábitat
que ocupa ese territorio. En esos ambientes o ecosistemas silvestres
vive una enorme diversidad y cantidad de animales, por lo que
modificar o alterar ese ambiente se traduce en la muerte de animales.
Algunos mueren de modo directo, aplastados, quemados, intoxicados,
por la intervención en el ecosistema. Otros huyen a las áreas
vecinas, pero con escasas posibilidades de supervivencia. Si esas
áreas son silvestres hay que considerar que tienen una capacidad de
carga animal limitada, porque los recursos (territorios, comida,
refugios, etc.) son finitos. Por otra parte, cuando los cultivos ya
están instalados, hay que defenderlos. Ningún productor agrícola
permite que las aves, los insectos, los mamíferos y otros seres
vivos vayan a comer alegremente sus frutos, semillas u hojas. Los
combaten, los persiguen, los matan. Así,
hay
pruebas de que las grandes multinacionales como Nestlé, atacan con
ácido, biocidas y agrotóxicos a los orangutanes que amenazan
las grandes plantaciones de cacao.
La
solución no parece
estar
en adoptar una dieta vegana.
La solución está en concienciar a los consumidores sobre métodos
de agricultura y ganadería sostenibles. Debemos consumir productos
de los ganaderos y agricultores locales que adoptan técnicas
sostenibles. Es
mejor no hacer
la compra en grandes multinacionales, sino
en
mercados o en tiendas locales. Nadie, ni los productores ni los
consumidores deben de anteponer recursos económicos a la producción
sostenible de alimentos. Toro Sentado, un poderoso líder de la
tribu Sioux, lo
tenía muy claro cuando nos dejó estas admirables palabras: “Cuando
el último árbol sea cortado, el último río envenenado, el último
pez pescado, sólo entonces, las personas se darán cuenta de que el
dinero no se puede comer”